Cada vez que estamos en cercanía con otras personas, se producen lo que se llama “cruces áuricos”. Estos cruces determinan un flujo energético de ida y vuelta, es decir, fluye energía de nuestra estructura hacia el aura de la otra persona y viceversa.
Por eso es importante adquirir el hábito de protegerse energéticamente a diario, además de sellar nuestra aura para evitar la penetración de energías perturbadoras a nuestra estructura energética. La protección a realizar debe ser coherente con nuestras creencias o convicciones en cuanto a lo que consideramos “superior o divino”. No importa el nombre del Dios o Diosa, ni las palabras resonantes ni la hora del día, ni hacia dónde debo mirar. Solo debo tener una convicción tal de que incluso antes de generar mi protección, ya doy por hecho que ya está generada.

El hábito de la protección diaria es justamente eso, un hábito, algo que debo interiorizar y aplicar. No sirve mucho que un día me proteja y deje pasar dos que no lo hago y asi. Si vamos a actuar de esa forma, mejor no hagamos nada.
Finalmente, no se trata de convertirnos en paranoicos, y veamos amenazas y ataques por doquier, al contrario, debemos sentirnos absolutamente seguros y seguras de que estamos en un estado de potencia energética, donde lo que suceda a mi alrededor no me afecta ni me perturba. Tal es la convicción que se necesita.
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